La fiesta con un claro punto underground terminó de manera pacífica. Aprovechamos para recordar los dos eventos similares que tuvieron lugar en 2016 en Madrid
Durante las últimas semanas hemos visto con cierta envidia como distintos eventos se llevaban a cabo en extraños lugares. Recalquemos que nos referimos a las conocidas raves, esas fiestas que tanto nos gustan por que solo tenemos seguro cuando comienzan pero nunca cuando finalizan. Así nos hemos enterado de cómo unos jóvenes emprendedores han alquilado un piso en Airbnb para convertirlo en un club improvisado, cómo se puede transformar fácilmente una clase de producción en una gran fiesta, e incluso como la policía ha tenido que salvar de debajo de un puente a unos iluminados que no pensaron en la subida del agua.
Pero locuras aparte hoy hemos recibido la noticia de una fiesta que se llevó a cabo en México y cuya principal atracción era su situación ya que se llevó a cabo en el metro Chabacano de la misma ciudad. La iniciativa promovida por Techno Movement México y Technobeat Recordings consiguió transformar por unas horas la estación (una de las más concurridas de México) en un concurrido club de underground en el que se calcula que pasaron alrededor de 30.000 personas. Este evento, sin embargo, no cuenta con la calificación de rave al haber estado completamente legalizado por el Estado, lo cual no quita ni mucho menos la genialidad del acto al que se unieron jóvenes, niños, mayores y todo aquel que pasase por el lugar.
Este hecho nos hace recordar dos eventos que tuvieron lugar en 2016 cuando, en pleno mes de enero se llevó a cabo una quedada masiva de chavales en Barcelona que desenvocó en la toma de varios vagones de la L4 entre las estaciones de Jaume I y Passeig de Gràcia para montar una macrofiesta que, aunque fue condenada por el ayuntamiento, fue épica. También se intentó montar en Madrid, pero frente a la de Barcelona esta fue premeditada e incluso se creó un evento en Facebook; finalmente fue cancelada por la cantidad de gente que se había apuntado –suponemos que por miedo del organizador–.
Long life to the rave.