La fiesta contaba con más de doscientos invitados, un DJ profesional y altavoces de club. La policía terminó interviniendo para clausurar el evento
A todos nos ha ocurrido alguna vez que nos pasamos de confianza con los objetos que nos ha prestado alguien, bien por descuido o por simple insensatez porque, ¿quién no se ha visto en la tesitura de estar mordiendo un boli y recordar que hace apenas unos minutos se lo ha dejado un colega? Estas prácticas no están tan mal vistas en este tipo de pequeños utensilios, pero, ¿qué ocurriría si pudiésemos hacerlo a gran escala? La respuesta a esta pregunta la tiene seguro el dueño del piso de esta historia.
Para el que no lo conozca Airbnb es un servicio en el cual la gente puede poner en alquiler durante unos días su casa o una habitación de la misma lo cual se ha convertido en una muy valorable opción frente al precio de algunos hoteles. El problema está en que entre ambas partes de la transacción tiene que establecerse una relación de confianza –ya que al fin y al cabo vas a ocupar su casa-, pero en el caso de un vecino de Canonbury en Londrés no fue así.
Resulta que las personas que habían alquilado su estudio decidieron llevar a cabo una fiesta, pero no un evento con cuatro o cinco amigos si no un verdadero club para el cual contaron con altavoces, un DJ y hasta venta de entradas y un portero que se encargaba de mantener a raya a los vecinos. Fue uno de estos el que comparó dicho evento con Fabric London, y otro que explicó que escuchaba a más volumen la música de la fiesta que la que estaba poniendo en su propia casa.
Finalmente el evento se saldó con una fiesta a la que acudieron alrededor de 200 personas y que se alargó hasta las cuatro y media de la mañana, momento en el que actuó la policía.